JUJUY

En la cuenta regresiva      

Elecciones para confirmar lo de siempre, o para alumbrar un nuevo tiempo

Editorial. A sólo una semana para unas polémicas elecciones en plena pandemia los jujeños podrán ejercer el derecho de votar por espacios nuevos que proponen un cambio para Jujuy o la continuidad de la gestión de Morales

Elecciones para confirmar lo de siempre, o para alumbrar un nuevo tiempo

 

Con pocos días por delante para el desarrollo de una campaña electoral atípica por las limitaciones que le impuso la pandemia, los distintos frentes políticos que se disputan el electorado jujeño muestran, hasta el momento, poca creatividad para posicionarse como alternativa superadora a un oficialismo que, si bien ostensiblemente desgastado, conserva cierta competitividad. Y lo que no es menor: dispone de los recursos y resortes del Estado que, por caso, en las últimas semanas le posibilitaron acoplar la campaña de vacunación a la proselitista, y hasta adelantar el pago del aguinaldo a los empleados públicos, una jugada básica que no deja de trasuntar cierto corrimiento de límites éticos para la captación de votos. 

La ciudad capital y las del interior muchas de ellas parecen “ciudades electorales”  demostrando ostentación del oficialismo y un abundante merchandising de un enorme costo, que bien podría ser utilizado para dar respuesta a las necesidades de la población, ya que esos fondos presumiblemente, en última instancia salieron del estado.

Un clima electoral teñido de números de contagios de Covid, donde promedian 250 diarios en la última semana, sin inversión provincial en la salud pública, y sin rendir cuenta de fondos nacionales enviados para dar respuesta a la pandemia en esta segunda ola que atraviesa la provincia. 

Otro  planteo es el costo de estas elecciones provinciales que asciende más de 140 millones de pesos ($140.826.855,51 para ser exactos).

El escenario electoral mostró al gobierno de Gerardo Morales enceguecido en su decisión de sostener el adelantamiento del cronograma electoral, pese al crecimiento constante de los casos de COVID-19, con formas graves de la enfermedad que colmaron de pacientes las terapias intensivas e hicieron aumentar los decesos.

Nada frenó la voluntad de empujar anticipadamente a los jujeños a las urnas. Morales ni siquiera contempló la posibilidad de anotarse un poroto y sumar consenso imitando la responsable actitud del vecino gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, quien decidió postergar el llamado a las urnas para ahorrar contagios y muertes. 

Con las cartas echadas sobre la mesa, el electorado jujeño dispondrá de una oferta electoral nutrida y dispersa. Si se inclinase por la continuidad del conocido modelo de gestión radical/macrista –basado en promesas ya de nulo impacto por el desgaste de la reiteración, con Cauchari, Cannava y el litio como banderas–, deberá saber que el objetivo de Morales es alcanzar el número de legisladores que le permita modificar la Constitución provincial, y así aspirar a un tercer mandato. 

Es que su autopromocionado intento presidencialista como referente de un radicalismo más activo dentro de la coalición que forma junto al PRO, difícilmente pueda atravesar escollos hoy por hoy mucho más concretos que las fantasías que acuna en sus sueños. 

Como en anteriores turnos electorales, la endeble usina de ideas del oficialismo ha recurrido al fantasma de Milagro Sala, a quien en estas horas han sacado a pasear con renovada enjundia, empleando la estigmatización y la humillación como formas de hacer política. Y también exhibiendo obscenamente el grado de control de la justicia que Morales detenta, haciendo público al mismo tiempo la más absoluta carencia del estado de derecho en Jujuy.

Otra vez y van… La manipulación de Morales acerca de la situación judicial de la dirigente social ya es un recurso deshilachado, que no moviliza pasión alguna. Azuzar la figura de Sala como potencial amenaza a la tranquilidad de la sociedad jujeña expresa, más bien una debilidad del gobierno y el nerviosismo del gobernador ante una elección donde los números no le dan.

Si los votantes cercanos al oficialismo buscasen cierta diferenciación pero manteniendo el rumbo, allí están los candidatos del espacio que promueve el vicegobernador Carlos Haquim, quien mucho debió bregar para el armado de sus listas. Es que para quienes lo secundan resultó más provechoso cerrar acuerdos con el propio Morales, en otra demostración fáctica de cómo el mandatario desbibuja el papel de su vice.

A Haquim se lo sindica como el responsable directo de la inacción de la Legislatura, que no funciona como el necesario poder de contrapeso del Ejecutivo para el control de sus actos, ni como resorte de la participación ciudadana ni como espacio para el debate democrático. Tan licuado está el rol del Poder Legislativo en cabeza de Haquim que se ha convertido en una expresión aún menor la figura de “escribanía”. No es que no genera iniciativas propias: ya ni siquiera abre las puertas la casa del pueblo, ya que ahi están sus representantes

Por mal camino irán jujeñas y jujeños si piensan hallar en los candidatos del PJ-Frente de Todos hegemonizado por Rubén Rivarola una opción al modelo de Morales. Muy pocas veces se ha cristalizado con tanta contundencia en la gente el sentido construído en torno a la sociedad política y empresarial entre ambos dirigentes. Ellos retroalimentan sus necesidades y expectativas en función de una dependencia mutua: el manejo de la administración del Estado para consolidar el poder político, y la cercanía al poder político para consolidar y expandir negocios privados. Así, el peronismo “oficialista” de Morales no aparece como alternativa de cambio. El peronismo de Morales Rivarola no es más que un árbol genealógico de apellidos y familias ilustres llamadas  justicialistas.  Es decir una oferta electoral antigua, conservadora 100%. 

Es a todas luces elocuente que algunas expresiones del peronismo disidente han conformado espacios de raíz kirchnerista muy críticos de Morales. Así también tanto Morales- Rivarola han golpeado a este sector recurriendo a una justicia a medida del gobernador. Apostando a un discurso de violencia para reinstalar el discurso que desde el 2015 ha usado como monotema electoral en campañas siguientes.

En tanto, la izquierda, que luego de su sorprendente resultado en las legislativas de 2017 –cuando consiguió capitalizar el descontento con el modelo de Macri/Morales, en medio de la fragmentación peronista– le resultará dificil realizar una elección que se le asemeje a aquella, en la que puede acrecentar su piso electoral. Y ese viejo reclamo del 5% de piso electoral no es más que una barrera electoral que aplica a varios frentes.  

Entre los peronistas disidentes el Frente Unidad para Victoria y Todos por Jujuy asoman como los espacios con más posibilidades de encontrar representación legislativa.
 
El Frente Todos por Jujuy  alineado con el oficialismo nacional de Alberto y Cristina Fernández sin medias tintas, se presenta como una de las alternativas de oposición a Morales. El espacio conducido por Carolina Moisés dispone de alguna certezas: su conductora construyó su identidad en la oposición y tiene fuerte presencia en el Congreso Nacional. 
Hay en ese espacio una fuerte apuesta a un proyecto provincial para 2023 y para eso cuenta con una  estructura dirigencial basada en referentes políticos territoriales, sindicalistas y representantes de los movimientos sociales legitimados por haber estado al lado de los jujeños que vienen pasando dificultades. Tiene entre sus candidatos a Carlos de Aparici como una joven aparición  y a Patricia Gutiérrez, mujer luchadora y de una impecable militancia opositora desde el ramal. Así también José Surita referente del movimiento Evita con fuerte presencia en la provincia. De los resultados en estas elecciones se sabrá si ese espacio ha comenzado a dar con el pie derecho sus primeros pasos rumbo al sueño de la gobernación, sitial en el que aspira a ubicar a una mujer por primera vez en la historia de la provincia. 

Por su parte Unidad para la Victoria cuenta con algo de lo que carecen el resto de todas las listas de origen peronista: el apoyo explícito de Alberto Fernández quien se ha ocupado de hacerlo saber en sucesivos encuentros con sus candidatos. Aunque la foto de los dirigentes con Alberto se suman y no hay respuesta política concreta respeto a la corrupción judicial en Jujuy. El apoyo nacional al espacio es la unción que significa también una clara advertencia y desaprobación a la opo-oficialismo de Rubén Rivarola. Que dicho de paso, si de fotos de trata, Rivarola no logró la foto con Alberto Fernández ni antes ni durante la campaña. 

El espacio kirchnerista presenta también candidatos de larga trayectoria en el plano político en organizaciones sociales y en el movimiento sindical, como Fernando “Nano” Acosta una gran propuesta como candidato a ocupar una banca. Apuesta a instalar la nueva figura de “Dingui” Palmieri entre el electorado provincial, de clara vocación opositora a Morales. Y cuenta con la candidatura de Alejandra Cejas quien se ha erigido como tal vez, la más fuerte y reconocida voz antagonista en la provincia del bloque hegemónico Morales-Rivarola, a fuerza de levantar la voz en la legislatura demandando la auditoría de las cuentas públicas, y la división de poderes, lo que le valió una infame persecución de Cambia Jujuy y el PJ juntos.

Ambos son espacios electorales con personas valiosas en las listas, pero enfrentados o con diferencias, ya que no han logrado la famosa " unidad" a partir de la falta de conducción en el peronismo local. 
A ambas listas les cabe la misma crítica que a todas las opciones políticas jujeñas: han preferido poner un varón como primero y a mujeres como segunda, aún siendo ellas las de mayor trayectoria y firme posición ante el bipartidismo jujeño.

En definitiva, en sólo una semana los jujeños y jujeñas veremos si nos inclinamos por mantener el status quo, o si somos capaces de animarnos a alumbrar un nuevo tiempo histórico, y para eso hay que votar ejerciendo nuestro derecho cívico. Ir a votar significa elegir a nuestros representantes, es necesario que Jujuy recupere el estado de derecho, y para ello uno de los primeros pasos es recuperar las bancas en  el poder Legislativo.



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