POLÍTICA

Un acto donde se cristalizó la ruptura

Diez años de hipocresía

El 10 de diciembre el radicalismo cumplió una década de gestión en Jujuy, hecho celebrado que sirvió para la reaparición pública de Gerardo Morales. Sin cambio de la matriz productiva y con una paz garantizada a punta de causas judiciales

Diez años de hipocresía

 

A cara larga, este lunes en Jujuy se reunieron a “festejar” diez años de la gestión radical y seguir contando el cuento chino de Unión, Paz y Trabajo el eslogan de campaña que quedó sin cumplirse, convirtiéndose en otra estafa electoral desde el 2015 a la fecha.

Con la participación de Carlos Sadir, Alberto Bernis, Raúl ‘Chuli’ Jorge, el acto también sirvió para que Gerardo Morales después de dos años del final de su mandato como gobernador intentara salir de la sombra. Su gestión el 10 de diciembre de 2015 se inició con una batería de leyes impuestas que solo logró deteriorar la institucionalidad y endeudar a la provincia.

La primera medida de gobierno de Morales fue clausurar el diálogo con las organizaciones sociales y, si bien hubo una primera foto con los gremios, luego no se volvió a sentar nunca más, en tanto que las paritarias libres desaparecieron y se impuso incrementos salariales de ajuste.

El manejo del poder político no se limitó a las cuestiones de gobierno, sino que también apuntaron a la justicia: Morales propició la ampliación del Superior Tribunal de Justicia -ahora Corte Suprema tras la Reforma parcial de la Constitución- además de crear un órgano extrajudicial que sirvió para perseguir opositores como lo es el Ministerio Público de la Acusación, como así también la puesta en marcha del Código Contravencional que inició la cacería de dirigentes y cumplir con la promesa de detener a Milagro Sala.  

El acampe de 50 días que comenzó en diciembre frente a Casa de Gobierno y con el cual Morales apeló a la ayuda de Patricia Bullrich -ministra de Seguridad de Mauricio Macri- para traer efectivos de Gendarmería bajo la mentira de “saqueos” en la provincia, terminó de forma trágica: un accidente vial en cercanías de Rosario de la Frontera, Salta. Las pericias realizadas determinaron que las ruedas del vehículo habían cumplido su tiempo útil y que quienes ordenaron el viaje sabían que no debía circular. Así, el colectivo en el que viajaban desbarrancó en el puente que atraviesa el arroyo Balboa sobre la RN34. Sólo 8 gendarmes lograron sobrevivir a la caída de 18 metros del vehículo y 43 fallecieron.

El llamado a las fuerzas era para poder concretar lo que fue la apropiación de la organización Tupac Amaru y que Morales terminó por desarticular bajo amenazas y presiones a las cooperativas. Hoy, varios dirigentes están en las filas del radicalismo, desde Natalia Sarapura, Emilio Cayo, José Luis Bejarano, Mabel Balconte y otros que, no por buenos, saltaron y traicionaron a la dirigenta social que hoy sigue presa por causas armadas.

Los 10 años de “paz” sólo fueron posibles utilizando los tres poderes del Estado para perseguir y espiar a adversarios del gobierno radical.

Paralelamente, el gobierno de contadores comenzó a administrar los fondos del Ejecutivo, Legislativo y Judicial en una cuenta única, de la cual, poco se sabe de su manejo.

Y si de plata y falta de transparencia se habla, el radicalismo se apuntó al endeudamiento en moneda extranjera de todo tipo bajo la excusa de promover las energías limpias. Morales supo comprender el negocio del ambiente bajo la consigna “Jujuy verde”, pero ello no se tradujo en una política real. Por el contrario, la llamada transición enérgica que urge de litio fue uno de los pilares para el avance en tierras de comunidades indígenas que denuncian las consecuencias del uso indiscriminado del agua en la puna jujeña. Asimismo, Morales sigue defendiendo la explotación de las tierras raras y otros minerales que pintan el mapa de la provincia con infinidad de pedimentos mineros.

Bajo la premisa Pachamama yo te cuido, el radicalismo también se apropió de la cultura andina y de las comunidades indígenas, ese patrimonio intangible fue usado para vender al mundo en nombre del turismo.

Los 10 años del radicalismo se resumen en un Estado sin derecho, el manejo de la justicia, la cooptación de gremios, asociaciones vecinalistas, municipios, destruyó instituciones públicas hasta que blanqueó todo ese panorama con la Reforma de la Constitución: represión, causas armadas y la misma receta de los casi 8 años de su gestión. Lo único verdadero en estos diez años es el crecimiento de la pobreza, la falta de oportunidades, el abandono.

El cambio de la matriz productiva no se cumplió pese a Cauchari, JEMSE o Cannava, entre otras de las empresas del Estado.

En sus dos mandatos, Morales no dejó crecer a ninguno de sus correligionarios, pero sí creció su patrimonio exponencialmente.

El pueblo lo sigue recordando como el mayor patriarca opresor en “democracia”, que terminó el 2023 junto a los suyos en tensión y en febrero llorando por desgracias personales.

Hoy, su delfín Carlos Sadir carga la mochila que ya la conocía y las diferencias entre ambos van y vienen. Se tienen que rearmar políticamente porque no hay vuelta a otra gestión.

El festejo de los 10 años, donde presentan a Morales y Adriano Morone ah y Carlos Sadir no fue un error del locutor, fue lo que le escribieron para que lea.

 



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