JUJUY

Editorial

El regreso de la no política acecha a Jujuy

La convocatoria a elecciones en Jujuy tienen un alto grado de impopularidad y se multiplican los llamados a no votar o votar por nadie. El descreimiento en la política como herramienta de transformación en el fondo de la desazón ciudadana.

El regreso de la no política acecha a Jujuy

 

En estos días de forzada campaña electoral, camino a unos comicios legislativos que se realizarán en dos semanas en el medio de una segunda ola pandémica, por iniciativa y conveniencia del gobernador Gerardo Morales, se han multiplicado los llamados a no ir a votar o votar por nadie.

En posteos de redes sociales, comentarios de las noticias, muchas jujeñas y jujeños revelan un profundo descreimiento en los políticos y tristemente, en el voto como herramienta de participación democráticas.

La pesadumbre que aqueja a la ciudadanía jujeña expresa una sensación colectiva que ya es conocida para la historia argentina: el descreimiento en la política como herramienta de cambio social.

Un clima parecido al que se vivía en los años 90 en el país, con la aceptación de un status quo que parecería inmodificable, y una desazón que expresa la percepción popular de que las vías de participación que ofrece el sistema político jujeño, no alcanzan a expresar las demandas y necesidades –profundas y urgentes en muchos casos- del pueblo.

Los motivos

El vaciamiento del sentido último de la política: la falta de proyecto de muchos partidos y candidatos, la clara definición de “para qué” una persona quiere acceder a un cargo, qué quiere aportar a la sociedad cuando sea elegido más allá de sus ambiciones personales de poder, está siendo leido por los ciudadanos.

Hay una profunda desesperanza que registra un tácito acuerdo de que nada va a cambiar ni va a mejorar en la vida de los jujeños, porque el sistema político local está hegemonizado por la voluntad de poder de Gerardo Morales, diseñado según sus afanes en una alianza económica y política con el justicialismo empresario encabezado por Ruben Rivarola y Guillermo Jenefes.

Quienes además por su posición de dueños de medios de comunicación trasladan un consenso amañado al ámbito de la opinión pública, intentando manipular contenidos y audiencias detrás de la gestión de la administración provincial informando parcialmente sin prurito alguno.

El pacto que une a la alianza que conduce Jujuy, liderada por Gerardo Morales, que inteligentemente sabe cómo repartir beneficios económicos y políticos entre sí y con sus seguidores, está socavando las bases de la representación democrática en Jujuy. 

Se ha conformado un sistema de representación no basado en la voluntad de los ciudadanos, sino en los intereses comerciales y políticos de algunos sectores, que consagra en los hechos una hegemonía patriarcal ensañada no casualmente con los más humildes, que paga salarios de miseria y ejerce una violencia institucionalizada hacia las mujeres y los más débiles.

Basta analizar alguno de los hechos y fenómenos que ese sistema de hegemonía de poder excluyente de la participación popular han parido:

Elecciones en el peor momento

Un llamado a elecciones por parte de Gerardo Morales en medio de la segunda ola de la peor pandemia que ha vivido el mundo. Donde la única necesidad contemplada, no es ni la salud de los ciudadanos, ni las posibilidades de participación democrática o de desarrollar un debate de ideas. Solamente primó la conveniencia electoral de Morales que se aferró a adelantar los comicios para no dar espacio a que la oposición se agrupe y tomarlos por sorpresa en su atomización , de la cual por cierto no es responsable.

Esa convocatoria impulsada exclusivamente por una desaforada voluntad de retener el poder, deslegitima no solo al convocante, sino al proceso electoral mismo como oportunidad para la presentación de propuestas, compulsa de ideas y apertura a la participación popular. Se ha diseminado entre la gente una amarga sensación de descreimiento en las elecciones, como un juego al que solo se prestan los políticos, de espalda a los intereses de las mayorías.

Listas y candidatos para hacer mermelada

Al mismo tiempo esa convocatoria prematura, se apoya en y reproduce la proliferación de propuestas políticas que no han madurado un recorrido necesario de participación de los ciudadanos. Hoy todo el mundo en Jujuy tiene un amigo o pariente que es candidato a algún cargo.

Ante la necesidad de presentar listas y la incapacidad de agruparse con otros, muchos espacios políticos salieron a buscar candidatos de donde sea, ofreciendo cargos a personas con una mínima o nula trayectoria en el orden público, o "comprando" para el proyecto hegemónico a algunos referentes que decidieron olvidar su militancia popular por la promesa de un cargo 

Ese armado apresurado de un sin número de listas donde cualquiera es candidato, es mirado con desagrado por los ciudadanos que advierten la falta de preparación y trayectoria de quien los representará. El resultado final nos perjudica a todos: más descreimiento en la democracia y la política.

La falta de oposición

La alianza Morales, Rivarola, Jenefes, deslegitima la representatividad del que era el principal partido opositor: el justicialismo. Atados a los intereses comerciales de esas figuras y de su liderazgo el PJ oficial ha dejado de lado todas sus banderas y sus candidatos juegan a que compiten por la representación de la intención de voto opositora, mientras muchos jujeños a esta altura ya sabe que “son lo mismo” o que “son todos iguales”. Esos candidatos, exhiben los símbolos del peronismo mientras lo vacían de contenido y ese juego sin sentido, es claramente intuido por los votantes.

La perversión de los fines de un partido opositor y de la posibilidad de ofrecer una propuesta de cambio a los jujeños alcanza en el peronismo aún a agrupaciones que en el ámbito nacional son “nacionales y populares” pero en Jujuy apoyan a Rubén Rivarola porque su proyecto les ha reportado ganancias en términos de representación legislativa, aunque ese apoyo implique olvidar sus banderas y callar ante los atropellos machistas del patriarca peronista conservador.

La política como carrera de realización personal

Si algo había aportado al campo político la aparición del kirchnerismo, fue para muchos, un regreso al sentido de la militancia. Luego de los años del cinismo menemista y la caída del 2001 se recuperaba la idea y la sensación de que la política si servía para algo. De que la actividad y la militancia tenía un “para qué” al que estaba dirigida: a modificar la realidad, a generar cambios para que personas tuviesen una vida más digna. Se puede pensar que en respuesta, con otras reivindicaciones y desde la vereda opuesta, aún el macrismo permitió incorporar y representar nuevas expresiones ciudadanas. Y es por eso que el sistema político argentino, permite mantener cierto grado de estabilidad en nuestro país, en un contexto latinoamericano de democracias muy volátiles y con graves problemas de representatividad.

Pero la proliferación de listas y candidatos sin recorrido en Jujuy, ha generado, como decíamos, que se ofrezcan lugares a figuras que antes tenían una militancia en favor de causas populares, o en barrios humildes, que ahora se encolumnaron detrás, por ejemplo, del proyecto del PJ comercial, resignando todas sus reivindicaciones de cambio social, porque ahora tienen una posición expectante para llegar a algún cargo.

AL parecer esos referentes les importa más ocupar una silla en el deliberante o en la legislatura, dónde estarán subordinados al bloque hegemónico, antes que en llegar allí para cambiar la realidad como antes proponían. Menemismo explícito.

Así el “para qué” de la política se pierde y se impone como una carrera para la realización personal de algunas figuras. Mientras el pueblo, con la ñata contra el vidrio, desde afuera registra que hay más de ambición personal que de proyecto político en esas postulaciones y crece el desánimo y descreimiento en la política como herramienta de cambio.

La atomización de la oposición real

Desde quienes supieron sacar los pies del plato del PJ oficialista y comercial jujeño, se perfiló la posibilidad de armar una lista que agrupase a quienes disputan e impugnan el proyecto de Gerardo Morales. Sin embargo la suma de desencuentros, egos y ambiciones de poder desmedida les impidió generar una lista de unidad. Es asi que se reprodujeron y atomizaron propuestas opositoras de personas que tienen ideas en común y que muchas veces son hasta amigos. La falta de liderazgo de ese sector opositor sólo ha redundado en la fragmentación aún mayor de las propuestas opositoras , frente a la cual muchas jujeñas y jujeños, salvo los que están muy informados no saben ni a quién votar y a veces ni los pueden diferenciar siquiera.

Un juego donde pierde la democracia

La hegemonía de la alianza gobernante Morales, Rivarola, Jenefes, cristalizada en una convocatoria a elecciones sumamente impopular, que hace pie en las ambiciones personales de muchos referentes, que juegan a un juego vacío donde el “para qué” de la política ya no define la estrategia electoral, está siendo registrado por muchas y muchos jujeños que de manera preocupante empiezan a descreer de la democracia y sobre todo de las elecciones, convertidas más que en una instancia de participación, en un juego para unos pocos interesados en realizar sus ambiciones personales.

Una mascarada donde la incapacidad de la oposición real para unirse en un proyecto en común también desalienta la voluntad de participación popular y donde sus referentes se desdibujan ante la dispersión y multiplicación de propuestas.

Tal vez del resultado de estas elecciones y de la posibilidad de algunas de las expresiones opositoras de encontrar el camino hacia el apoyo popular dependa que el sistema político jujeño encuentre la representatividad y el equilibrio del que hoy carece.



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